PSICOLOGÍA EN AJEDREZ |
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Psicología de los errores
típicos del ajedrecista
(...) Existen múltiples géneros de la literatura ajedrecística: manuales de apertura, tratado del medio juego y final, compilaciones de partidas selectas de grandes jugadores, etc. Sin embargo, escasean aquellos trabajos dedicados a un análisis riguroso del proceso del pensamiento a través del cual el ajedrecista hace uso de todos sus conocimientos y arsenal técnico. Esto sucede a pesar de que para cualquier maestro está clara la necesidad de establecer los defectos típicos de la actividad intelectual en el transcurso de la partida y de hallar procedimientos que aumenten su efectividad y disminuyan el número de errores. Con lo anterior no queremos negar el valor pedagógico del error para el perfeccionamiento del ajedrecista. El aforismo de Tartakower: "En ajedrez sólo se aprende de los errores" es indiscutible, pero ¿es forzoso aprender sólo de nuestros propios errores? También podemos aprender de los ajenos. Y este es el propósito del presente trabajo; con él pretendemos poner en guardia a prácticos y pedagogos contra aquellos errores de orden psicológico que se repiten con más frecuencia en la práctica ajedrecística.
CONSIDERACIONES GENERALES ACERCA DEL ERROR Y SUS CAUSAS "La partida de ajedrez, como planteó Tartakower es decidida por un error. Claro que no es lo mismo de quién, si del contrario o de uno." El ajedrez es a menudo un juego cruel, la alegría del triunfo va contigua a la amargura del fracaso y es fundamental asumir el mismo buscando en nosotros las causas. No pocas veces el ajedrecista que ha sufrido una derrota riñe con la casualidad. Él mismo no entiende porqué ha cometido un error tal, si había jugado tan bien la parte principal de la partida. Había sostenido tan correctamente la lucha posicional, y no se había quejado tampoco de los aspectos tácticos. Este jugador por lo general termina atribuyendo su derrota a una mala pasada del azar. Pero los errores son casuales sólo en apariencia; en realidad ellos siempre están vinculados a las complejas exigencias psicológicas que el ajedrez plantea a quienes lo practican. En el pensamiento ajedrecístico se entremezclan las consideraciones generales de orden posicional con elementos del cálculo concreto, y la habilidad para encontrar el justo medio entre estos aspectos y para recordar el papel de cada uno de ellos en un momento determinado de la lucha es el patrón por el que se mide la fuerza del jugador. Al sobreestimar el rol que desempeñan los elementos tácticos, se cometen con frecuencia errores ligados al concepto estratégico de la posición. Por otra parte, un exagerado respeto a las leyes generales o un juego basado únicamente en ellas, a menudo da origen a errores tácticos. Las valoraciones generales y el cálculo de variantes no son elementos abstractos, sino que determinan la elección de cada jugada. En la partida ellos se unen formando una trama compleja que se dificulta aún más en función de las características psicológicas del jugador. (...) Como bien estima Emmanuel Lasker, el ajedrez es ante todo, una lucha entre dos personalidades. Tras la vida de las piezas está el ser humano concreto, y no podemos comprender los secretos de la lucha ajedrecística si prescindimos de la psicología, las inclinaciones y el carácter del hombre inmerso en esta lucha, en la cual el intelecto se manifiesta como un componente entre otros. Es el individuo como personalidad quien analiza, elabora planes, calcula variantes, se defiende o ataca, y también quien se equivoca y pierde. Todo ajedrecista comete errores. En las partidas entre principiantes la "falta de información" conduce a equivocaciones tan graves que cada una de ellas bastaría para decidir inmediatamente el resultado de la contienda. Claro que muchas veces el adversario no los aprovecha y la partida continúa.
LOS ERRORES DE ORDEN PSICOLÓGICO. SU CLASIFICACIÓN Y ANÁLISIS Es obvio que en las partidas de ajedrez entre jugadores experimentados,
detrás de cualquier error encontramos un defecto en el proceso de
pensamiento. ¿Y detrás de esa defecto, qué hay? Impulsividad, negligencia,
excesivo optimismo, sobreestimación de las propios posibilidades,
inseguridad, etc. Grupo I: Incluimos aquí aquellos errores que son provocados en general por una insuficiente disciplina interna del ajedrecista. Grupo II: En este grupo aparecen los errores vinculados más directamente a ciertas peculiaridades de la personalidad del jugador. Analicemos ahora algunas posiciones que ejemplifican los errores a que
nos referimos. Errores típicos del Grupo I a. La casilla desaparecida No sólo los principiantes cometen errores graves. También a veces lo
hacen los maestros, pero por causas totalmente diferentes. Frecuentemente el
error se produce a causa de que ante nuestra vista se hallan el tablero y
las piezas. Para calcular una variante es necesario apartarse con el
pensamiento de la posición que se halla sobre el tablero y representarse
mentalmente una nueva posición, resultante luego de una serie de jugadas de
ambos bandos. Si se transfieren íntegramente a esa representación las
características de la posición de partida, entonces ésta no ayuda, sino que
entorpece el análisis. El Gran Maestro y Doctor en Psicología Nikolai
Krogius le llama a este defecto imagen residual, pero Ilin Shenevski ya
hablaba de tales casos en el año 1928. b. La pieza olvidada En ocasiones sucede que las operaciones en un sector del tablero,
cautivan de tal modo la atención del ajedrecista que éste centra totalmente
su atención en las piezas que toman parte directa en las amenazas y sus
repercusiones. En cambio parece como si se borraran de la mente aquellas
piezas situadas lejos del sector donde se desarrolla la lucha. Esta
"estrechez de la atención", según le llama Krogius, limita la amplitud del
pensamiento y hace que se cometan errores. c. La jugada natural "Jamás hemos de ceder al encanto aparente de las jugadas naturales",
escribió en su tiempo el campeón mundial Alexander Alekhine. Todos los
manuales de ajedrez para principiantes advierten sobre el peligro de las
jugadas que saltan a la vista, sin embargo, miles de aficionados de diversas
fuerzas capturan o defienden mecánicamente piezas atacadas, olvidando que a
veces estas respuestas no son nada ventajosas. d. El peligro del éxito El deseo de retomar lo antes posible una partida ganada puede provocar un
inesperado desastre. ¡Cuántas veces, aun los jugadores más experimentados,
después de haber logrado una superioridad posicional o material relajan
irresponsablemente su atención y pasan por alto las sencillas amenazas del
adversario! En estos casos, la ventaja obtenida se convierte en un estímulo
psicológico negativo y el ajedrecista deja escapar la victoria. e. La confusión de ideas
Suele ocurrir que en determinadas posiciones puede escogerse entre dos
planes distintos de juego, en tal caso no hay peor cosa que tratar de llevar
a cabo ambos planes. Resulta una confusión de ideas tal, que no se logra
cumplir ninguno de las dos. Hasta este momento hemos presentado una serie de errores que tienen un
denominador común: todos ellos de una forma u otra provienen de una
insuficiente disciplina interna del jugador, o si se prefiere llamarlo de
otro modo, de una incompleta o inadecuada organización del proceso
intelectual a través del cual el ajedrecista pone en práctica sus
conocimientos. Lógicamente, ustedes se preguntarán cómo combatir errores
semejantes, por eso a continuación haremos referencia a una serie de medidas
que los estudiosos del tema consideran útiles en estos casos.
Errores típicos del grupo II a. Insuficiente flexibilidad del pensamiento La práctica ajedrecística demuestra cada vez más la necesidad de un pensamiento elástico, capaz de adaptarse al rápido cambio de los acontecimientos que se presenta especialmente en las posiciones agudas. Pero incluso los jugadores más experimentados presentan problemas en este sentido La falta de flexibilidad en el pensamiento se expresa, por ejemplo, en el
hecho de aferrarse a un sistema de apertura cuestionable o poco claro
objetivamente, o en la aversión por asumir compromisos difíciles y por hacer
concesiones perfectamente justificables. Pero el ajedrecista que sufre de
estos males debiera preguntarse si no los sufre también en su vida personal.
¿Le es difícil modificar sus hábitos? ¿Se incomoda cuando tiene que
renunciar a planes sin importancia o cuando alguien cuestiona su opinión?
¿Es una persona flexible, o acaso, sin darse cuenta, tiende a la rigidez?
Aquí pudieran estar las verdaderas respuestas. b. El exceso de autoconfianza El esfuerzo en pro del perfeccionamiento ajedrecístico excluye totalmente la autosuficiencia. Sobreestimar las propias posibilidades y subestimar las del adversario es un comportamiento psicológico erróneo que lleva a una valoración subjetiva y unilateral de la posición. Un exceso de autoconfianza puede hacernos olvidar los puntos de vistas del contrario, esto le sucede incluso a los grandes maestros.
c. La inseguridad en las propias fuerzas En el ajedrez la objetividad no sólo se pierde producto de la
autoconfianza exagerada, sino también por inseguridad. La subestimación de
las posibilidades propias y la sobreestimación de las del adversario pueden
llevarnos incluso a una prematura capitulación psicológica. Además del
excesivo respeto por el contrario, hay otros factores que pueden influir en
la disminución de la autoconfianza. Entre ellos se cuentan las posiciones a
las que no se está suficientemente habituado, una defensa prolongada en
posición difícil, el apuro de tiempo, etc. Pero la causa fundamental, por
regla general, es la subestimación de las propias fuerzas, y es sobre ella
que debemos trabajar. d. Error de estilo Al estilo del ajedrecista van unidos muchos problemas. Al principio de este trabajo decíamos que la habilidad para encontrar un equilibrio entre las valoraciones generales y el cálculo concreto es el patrón por el que se mide la fuerza del jugador. Es lógico que tengamos cierta preferencia por una forma de juego determinada, pero esta preferencia puede convertirse en un arma de doble filo si no es asumida con flexibilidad. Muchos ajedrecistas "posicionales", al inclinarse hacia el pensamiento abstracto, desarrollan una tendencia patológica a evitar cualquier tipo de complicación, lo cual los lleva muchas veces a subvalorar las posibilidades tácticas. A muchos jugadores "tácticos" les sucede precisamente lo contrario. Nimzowitch decía sobre Spielmann, un jugador combinatorio muy capaz: "Spielmann no está en condiciones de transigir. Esta característica tiene
su origen precisamente en su temperamento. Incluso las jugadas de defensa,
como proteger un peón débil con una Torre, le son ajenos. Por tanto, en el
enfrentamiento con él hay que tratar de simplificar la posición, a fin de
excluir los motivos de ataque, y luego realizar un juego de presión en ambas
flancos." Los errores analizados en este segundo grupo tienden a estabilizarse profundamente, en este sentido son más difíciles de combatir. Por ello, en el camino hacia el perfeccionamiento del ajedrecista es imprescindible tener en cuenta la necesidad de enfrentar la educación de su personalidad como un todo, incluyendo tanto los aspectos cognitivos como los afectivos, tanto el pensamiento como la vivencia. El ajedrez es, indiscutiblemente, una vía magnífica para el diagnóstico de la personalidad, pero también podemos convertirlo, con conocimiento de causa, en un agente potenciador del autodesarrollo de la misma. Nuestro estudio panorámico de algunos errores típicos que se cometen en la partida de ajedrez, toca a su fin. Por supuesto que han quedado muchos aspectos sin abordar debido a la complejidad y extensión del tema, pero esperamos que lo expuesto en este trabajo sirva para contribuir al perfeccionamiento de entrenadores y jugadores. Y si a partir de este momento algún ajedrecista comienza a reflexionar sobre sus fracasos y a mirar con otros ojos su manera de jugar, entonces estaremos seguros de que no hemos trabajado en vano.
BIBLIOGRAFÍA Krogius, N. V.: La Psicología en ajedrez. Colección Escaques, Barcelona,
1980
Este artículo fue originalmente publicado en el boletín de Ajedrez en Cuba.
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lunes, 8 de mayo de 2017
PSICOLOGIA EN EL AJEDREZ
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